El MIRA, Movimiento Independiente
de Revolución Absoluta, brazo político de la Iglesia de Dios Ministerial de
Jesucristo Internacional, captó la atención de la “gran” prensa colombiana
gracias a un comentario discriminatorio de María Luisa Piraquive.
Desde el momento en que se
conoció el vídeo en el que la máxima figura del MIRA dijo que las personas con
algún tipo de discapacidad física no podían enseñar la palabra de Dios entre
sus huestes, cayeron en el ojo del huracán mediático.
Entonces salió a luz pública
un maremágnum de información donde, además de la justa denuncia del acto
discriminatorio, se evidenciaba detalles de las millonarias propiedades que
tienen la familia Piraquive en el extranjero y el enorme poder económico de la
iglesia, entre otros pormenores no tan santos.
María Luisa, una antigua
costurera, fundó en 1972, junto a su esposo, esta congregación que pasó de
tener cinco adeptos y funcionar en una vieja casa, a tener millones de feligreses
y a poseer 850 iglesias en 45 países, en lugares tan distantes como Japón,
Suiza y China.
No obstante, cabe
preguntarse: ¿si este caso se hubiese presentado en la Iglesia Católica,
Apostólica y Romana, los medios le darían la misma resonancia que al caso MiRA?
No lo creo.
Por eso, sería un poco sano
hacer una comparación entre los crímenes cometidos por esta y los de la Iglesia
Católica colombiana.
Obviemos la
Inquisición, proyecto criminal que también se desarrolló en el país y, concentrémonos
en los últimos 40 años, tiempo de historia del MIRA.
El MIRA discriminó a las
personas con discapacidad física y sin duda eso estuvo muy mal; pero, ¿acaso la
Iglesia Católica no discrimina también?
En los últimos 40 años la
Iglesia ha segregado sistemáticamente a homosexuales, bisexuales y transexuales
y a las mujeres por considerar, a unos enfermos y aberraciones de la
naturaleza y, a las féminas, cuerpos sin alma, sin derecho a decidir por sí
mismas, como en el caso de aborto.
¿Y de ello dice algo la gran
prensa? Nada.
En cuanto a las millonarias
sumas que ha captado el MIRA y sus señoriales propiedades, ¿acaso la Iglesia en
Colombia no recibe millones, también vía diezmos? ¿Acaso no cuentan con lujosas
posesiones y sus clérigos más destacados no cuentan con suntuosidades tan estrafalarias
como coronas en oro?
La prensa también plantea la
posibilidad del asesinato del esposo de María Luisa Piraquive, pues dicen que, ella
se negó a que le practicaran la autopsia y que ello indicaría un eventual
envenenamiento. Eso lo debe demostrar la justicia.
Ahora bien, recientemente se
conoció el caso del párroco Óscar Albeiro Ortiz, quien según la Fiscalía, era
cabecilla de un grupo paramilitar y quien ordenaba el asesinato, la tortura, desaparición
y desplazamiento de pobladores de San Antonio del Prado, Antioquia. (http://bit.ly/1eglcer).
El religioso, quien era prófugo
de la justicia desde 2010, ya había sido condenado a 19 años de prisión. No
obstante y según un comunicado de monseñor Ricardo Tobón, Arzobispo de
Medellín, Ortiz solo fue suspendido, “ad cautelam (por precaución), del
ministerio sacerdotal”.
Pero hay más, como los
execrables crímenes de pederastia de los sacerdotes William de Jesús Pérez,
quien violó a tres niños en Cali y los de Luis Enrique Duque, párroco de San
Antonio, Tolima, acusado de abusar sexualmente de 2 niños. (http://bit.ly/1ksXxHN).
Y ni para qué hacer mención
de las alianzas entre la curia y el narcotráfico, ejemplo de ello fue la amistad
entre el cura Rafael García Herreros, fundador del Minuto de Dios y el capo
Pablo Escobar.
Y la lista sería
interminable.
Sin embargo, ninguno de
estos casos tuvo el minucioso seguimiento de la prensa. ¿Por qué? Lo ignoro. Lo
que sí parece claro es que en el caso MIRA, todo obedece a una odiosa persecución
política.
Y por supuesto que es sano
que la podredumbre del MIRA salga a la luz pública, pero también deberían salir
por igual los de la Iglesia Católica colombiana.